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lunes, 1 de septiembre de 2014

Ibón de la Basa de la Mora (Ibón de Plan) (28/08/2014)

En el monte no puede haber concursos de belleza.

Pero hay lugares en los que esa  belleza es tan sobrecogedora  que te invita a decir: ¡Es lo más bonito que he visto nunca!



Y puede ser cierto, no es fácil encontrar un rincón que, rodeado de masas pétreas inaccesibles, esconda tanta dulzura.

Los reflejos de las montañas y los bosques en las aguas del ibón, sencillamente estremecen. La “naturaleza muerta” compuesta por troncos de árboles centenarios, secos, y probablemente destruidos por rayos o avalanchas de nieve, dan un toque que eleva el paisaje a algo superior.




A lo que vamos, describamos algo la ruta.

En Saravillo, han tenido una idea genial. En la parte alta del pueblo (en donde arranca la pista al ibón), han puesto una casetilla con un expendedor automático de tickets. Son 3 Euros (6 si vas a setas),  se advierte que lo recaudado se destina al mantenimiento del camino.

Pues es cierto, la pista (14 kmts.) está perfectamente cuidada. 

Puede circular por ella cualquier turismo. Su recorrido en si mismo merece la pena. Abetales, pinares  entre los que se ven  los grandiosos montes que rodean este privilegiado valle.

Desde Huesca cuesta más de dos horas y media llegar, así que o madrugas o te levantas muy temprano, lo que prefieras.

La pista te deja en el refugio de Lavasar, en donde sale la senda (GR15) que te acerca al ibón.

Agradable y rodeada, insisto, de estupendos ejemplares de pinos, abetos, bojes, rododendros y chinebros, baja en suave descenso hasta el barranco que forma el propio desagüe del ibón, la senda comparte la GR y la ruta al ibón.

En un momento, un buen indicador, nos informa del camino que va a Plan, de la propia GR, y del recorrido al Ibón.

Es imprescindible echar un rato rodeando el ibón. La mora estará descansando por lo que conviene no hacer ruido. Desde luego a mi no me da tiempo a mirar todo lo que se ve, y hacer nada más.  Escasamente andar, y porque llevo bastones.



Tras el disfrute, hay que volver a la dura realidad del senderista. To tieso parriba, en busca de la GR15 que hemos abandonado para visitar el ibón.

Subimos por fuera de senda, por un bosque con una pendiente muy suave, y mullido piso, que no plantea dudas ni en cuanto a dirección ni cualquier otra dificultad.

Efectivamente, al cabo de un rato nos topamos de frente con la senda. Lo de la dura realidad es porque es dura de verdad. 

Permanentemente atraviesa las pedreras que bajan de los "monteshorarios" (peñas de las diez, de las once, y de mediodía) que encierran el ibón.



China chana, vamos subiendo hasta lo que se llama “La colladeta del ibón”, que es el collado que realmente separa los valles de Saravillo (Chistau) y Barbaruens (Seira). Descansando en el collado, tenemos la fortuna de encontrarnos con una pareja de montañeros. El, bombero de Zaragoza y ella, no me dio tiempo a deducirlo. Nos comentaron que habían hecho noche en el Refugio de Armeña, y que ahora, después de haber hecho la Peña de las Diez, iban a comer al Ibón. Naturalmente todo eso me la trae al pairo, lo importante, nos advirtieron que en ese collado, o quizás bajando unos 10-20 metros, estaba plagadito de Edelweiss.


¡Lo que nos faltaba! Por si el día no nos estaba resultando ya perfecto, ahora esto. Efectivamente, decenas y decenas de flores.

Eso sí, ya un poco pochicas dado el tiempo en el que nos encontramos.



Verlas, admirarlas, almorzar con ellas. Somos unos seres privilegiados, lo de almorzar rodeados de edelweiss está al alcance de muy pocos afortunados. ¡Entre los que nos encontramos!



Cuando el imán que ejercen sobre nosotros las flores nos lo permite, levantamos la vista al cielo, y vemos que se van amontonando unas nuves más bien feotas. Don Lameteoqueviene nos había advertido de la probabilidad de tormentas, pero suavemente, y que serían por la tarde. Subiendo, oíamos la radio y los salvajes daban noticia de “alerta amarilla”  son exageraos de pistón.

Otra de las constantes del día, las setas.

Montones y montones, no comestibles pero que indican que por allí hay de las otras.

Un espectacular champiñón se cruza en nuestro camino.


Tomamos la decisión de comer cuando lleguemos al coche. Sabia decisión porque cuanto teníamos montado tol tenderete, y nos preparábamos a dar cuenta del condumio, apreta a llover con dos cojones (o muy abundantemente si esto lo leen niños).

Pes nada, comer en el coche, la imprescindible siesta, y pa casa, otras dos horas y media de auto pero esta vez parando en el Barranqué para ver como preparan las fiestas.

Solo un ruego, si alguien que lee esto no ha estado en la Basa de la Mora (Ibón de Plan), que apague ahora mismo el ordenador y suba sin perder un minuto.

No pongo track porque el trasto hizo cosas muy raras (¿será por las guerras Siria, Irak etc.?), no se pero…………………. A ver cuando funciona Galileo, aunque me parece que son algo chapuzas.

Salud y monte pa toa la gente buena.