Rosa ya escribirá su reseña en lo de los caminos del
Grial.
Yo tengo mono, como hace un tiempo que nos estamos
dedicando a repetir la ruta, visitar somontanos y perseguir a la antigua Wasqa,
no tengo ocasión de poner algo.
Pues por duplicado que va. Rosa en su vertiente “culta”,
y yo en la mía absolutamente montaraz.
Por la mañana, con un día excepcional, estamos
desayunando en el Mirador del Salto del Roldan.
Increíble rincón que de verdad
ejerce su función de mirador. Hace unos días tuvimos el placer de compartir un
rato con un Guarda Forestal que estaba observando aves. Y pudimos ver que se están
limpiando antiguas sendas por esa privilegiada zona. ¡Ya las recorreremos ya!
Una deliciosa senda va bajando hacia el paco de La Pinosa.
Allí nos ha llevado un par de veces Miguel Ortega, enseñándonos la excepcional
flora del lugar, incluso un soberbio tejo, al que le tenemos un cariño
especial.
Poco a poco, con agradables subibajas, vamos
llegando al Dolmen de Belsué (o de la Piatra si eres de Santolarieta).
La última
vez que estuvimos por aquí, nos costó un poco encontrarlo. Ahora la
señalización es sensacional, y se accede con mucha comodidad.
Un par de fotos, y seguimos el camino que ahora ya decididamente
baja hasta el Flumen, a su salida de la presa de Cienfuens. No voy a repetir,
por muy conocida, la famosa anécdota de “se
les n’irá”, atribuida al pantano de Belsué, pero desde luego, ahora este de
Cienfuens, que recoge lo que se les n’evá, está vacío, es una de las cosas más feas que
se pueden ver.
Afortunadamente, levantando la vista se pueden admirar los acantilados de Cienfuens, que compensan la fealdad de la obra humana.
Un rato por la pista con varios túneles que se
construyó como servicio de la presa, y llegamos ya a la del de Belsué. La
cruzamos, y por una deliciosa senda al lado del pantano, nos vamos acercando a
Lúsera.
En la base de Lúsera, por una antigua senda (en mi caso intentando evitar
el Camino Natural de la Hoya), llegamos al semideshabitado.
Almorzar en la bancada que se ha recuperado al lado
de la Iglesia, en días como hoy en los que apetece algo el sol, es un placer
inmenso. Pero todavía tenemos tajo por delante así que continuamos.
Conocemos la senda que va directamente a Ibirque,
por lo que no continuamos el dichoso camino “natural” que da una innecesaria vuelta por la Pardina de Orlato. Es una senda de
herradura, y por las construcciones laterales, muros, paredes y cruceros, vemos
de su antigüedad.
Se cruzan no menos de 4 barrancos, y como este año
es especialmente húmedo, da gusto hacerlo
.
Casi en lo alto de la sierra, tomamos una cabañera
que, cómodamente nos dejará en Ibirque.
En este momento oímos un estruendo horroroso, nos asusta. Tras unos segundos de
incertidumbre comprendemos que se trata de un avión que ha traspasado la
barrera del sonido. Nos ciscamos en todo lo que nos podemos ciscar la gente
bien educada como nosotros y, una vez constatada hasta dónde puede llegar la
imbecilidad humana, que gasta recursos insustituibles y dinero muy necesario
para otras cosas, en esas burradas, continuamos nuestro camino.
Un trago de agua en Ibirque, contemplando a nuestra
madre, Frachinito, Corcurezo y hasta el puto Borón, nos devuelve sosiego al
espíritu.
La bajada a Gésera, ya es otro cantar. Al principio
muy clara, pero luego van desapareciendo las marcas, y el camino se torna
impreciso.
Afortunadamente hemos tomado el track que jccarpi, de
“Los del termo”, tiene colgado en Wikiloc. ¡Cuánto vamos debiendo a estos
amigos!, ya son varias las excursiones que disfrutamos gracias a sus tracks.
Pues eso, bajando bajando, llegamos a Gésera.
Un par
de casas restauradas, y una sorpresa.
Puede ser un familiar mío.
Nos acercamos a la iglesia, que tiene adosada una
preciosa casa de hechura moderna (casa tejedor). Tumbas antropomorfas, y un interesante pozo.
Pues nada, que dejamos el Grial descansando hasta que
podamos acometer la etapa Gésera Yebra.
Pongo el track por hacerme el chulico
Salud y monte pa tolmundo.