Estos dos pueblos, tienen un nombre difícil de pronunciar.
También de ubicar. Y por supuesto es complicado llegar a ellos.
Afortunadamente contamos con el trabajo de Cristian Laglera,
y tanto en su Web, como en el tercer tomo de sus “despoblados”, obtenemos
información sobre accesos, rutas etc.
También el GPS ayuda, o por lo menos lo llevamos en
prevención.
“Chuparse” La Guarguera casi entera, asusta al más
pintado. Y si conduces todavía. Pero ir de acompañante el mareo es casi seguro.
En cuanto se pasa el Puerto del Sarrablo, Kilómetro 39 de la
carretera (cerca de una hora), se toma el desvío a la derecha, Las Bellostas etc.
Al sobrepasar Pueyo de Morcat (Puimorcat), en dirección a
Las Bellostas, tras unos 100 metros de carretera, hay a la derecha una zona de
aparcamiento en la que además de un concreto cartel indicador, existen un par
de señales de madera que nos advierten la dirección a seguir.
Mientras nos cambiamos de calcero, el espíritu se serena, se
va uno reponiendo de las revueltas de la carretera, y ya se va viendo que lo que te espera es de
una belleza extraordinaria.
Ha debido llover hasta hace poco, asi lo atestiguan los
grandes charcos del camino, y lo embarrado de la senda. Pues pa eso se ha
inventado el goretex, pa no fijarse en esas tonterías.
Por precaución llevamos en la mochila unas chanclas de las
que ayudan a pasar ríos.
La senda es de las que hacen afición. Extraordinariamente
bien señalizada con estacas verticales y pintura en distintas piedras.
Flanqueada por el extenso bosque de pinos, hayas, quejicos, boj….. en fin todo un
paraíso natural.
Descendemos decididamente al rio Isuala (así se llama en
esta zona), que baja menos crecidito de lo que nos imaginábamos. Eso sí, con el
agua absolutamente marrón, debido a las recientes lluvias.
Tras cruzar un par de veces vallas para el ganado, llegamos
a las Casas de Montalban.
Lo que sería una pardina a la que llega una pista que permite el tráfico rodado. De hecho encontramos algún coche. Nosotros a lo nuestro, comenzamos el ascenso por la margen izquierda del Barranco d’a Pardina. Sigue la preciosa senda y paraje, además acompañados constantemente por el rumor del rio, una delicia.
Lo que sería una pardina a la que llega una pista que permite el tráfico rodado. De hecho encontramos algún coche. Nosotros a lo nuestro, comenzamos el ascenso por la margen izquierda del Barranco d’a Pardina. Sigue la preciosa senda y paraje, además acompañados constantemente por el rumor del rio, una delicia.
Llegamos a Torruéllola de la Plana.
Es un pequeño núcleo de solo dos calles perpendiculares. En
la plaza que forma la unión de las calles, existe un bonito edificio que “no
pega ni con cola” con el entorno. Se trata de la escuela que se construyó en el
siglo pasado, y que debía dar servicio a los críos de Torruéllola, y
seguramente a los del vecino Torrolluala. Eso pues, bonito pero absolutamente
fuera de lugar. Seguro que se diseñó desde la Capital sin importar el entorno.
Un caxico y unas piedras nos acogen para almorzar. Damos
cuenta.
Por terreno llano, una meseta elevada, ahora sin la
protección del bosque, nos dirigimos al segundo destino del día Torrolluala del
Obico.
Entonces se produce un fenómeno muy habitual en el monte.
Empieza una fina lluvia (calabobos o sirimiri). Vas aguantando al grito de “ya
espazará”. No espaza. Sacas la capa de lluvia, te la pones, y antes de ajustar
todos los cachivaches, ¡Ha dejado de llover!
En estas disquisiciones llegamos a Torrolluala del Obico.
Otro pequeño despoblado de esta Guarguera. El pueblo tiene forma de “L”, y a su
entrada, la iglesia. Debió ser interesante y bonita, pero ahora, como todo, ha
sucumbido a la naturaleza.
También de este sitio Cristian hace un buen trabajo.
También de este sitio Cristian hace un buen trabajo.
Volvemos a bajar al Isuala, con el fin de cerrar la
circunferencia que forma esta excursión. Otra vez el bosque, con una hierba que
invita (casi obliga) a tirarte un rato y dejar volar la imaginación.
Ya solo queda subir hasta Pueyo de Morcat, recoger el
vehiculo y darse otro baño de “guarguera”
Por cierto, unos
metros antes del punto de destino, encontramos esta curiosa piedra.
Tiene una pintura que, aunque parezca increíble, es muy parecida a una rupestre
conocida, que se encuentra en una cueva del barranco de Valltorta en El
Maestrazgo Castellonense.
Aquí pongo el track aunque ni puñetera falta hace, por lo bien señalizada que esta toda la ruta, pero, quien sabe si dentro de unos años sigue así. Es recomendable hacer la excursión en sentido horario, así lo leímos y así lo hemos comprobado.
Pues nada, a ver si todo sale como tenemos previsto, y la semana que viene damos otro paseo por esta zona.