Una de las actividades mas gratificantes en el monte, es la de ir recorriendo pueblos por sus antiguos caminos de
herradura, o carreteros.
Muchos de esos caminos se han perdido. Todo el mundo intenta desplazarse
en automóvil y al no usarse, como es natural se los ha comido la vegetación, o los labriegos los han incorporado a sus
explotaciones, al grito de “que vayan por la carretera”. (Alguna anécdota tenemos
en este sentido).
Hoy nos vamos a la Ribagorza, concretamente
a Castejón de Sos.
Este pueblo se va defendiendo de la voracidad de su hermano
Benasque, y cuenta con infraestructuras muy adecuadas. Aún recuerdo (hace
cuarentaymuchos años), cuando, por su ubicación, en el cruce de carreteras hacia Benasque y hacia Lérida, “Castilló
de Sos” era el hermano mayor, con su mercado semanal, su hotel, y servicios.
Menos nostalgia, y al lío. Nos ponemos las botas, e
iniciamos la jornada.
Por una preciosa
pista nos dirigimos a Bisaurri, primer destino de hoy.
Este otoño va entrando en nuestros sentidos
poco a poco. Hace calor todavía, pero ya se van viendo los colores típicos de
la estación, precioso. A Rosa, estos
paisajes le recuerdan a La Toscana, y no es porque hayamos estado allí, pero
tener/haber tenido un par de hijas en Italia, marca mucho. Hemos disfrutado de abundantes
sesiones de fotos.
Bisaurri, como no podía ser de
otra forma, se está modernizando. Sus habitantes han arreglado las viviendas. Existen varias casas de turismo
rural, segundas residencias y un bello entorno que se esmeran en conservar.
Trago de agua en la fuente, y
vemos la iglesia. Un pequeño crismón muy especial llama nuestra atención.
Tras descansar un ratico, vamos unos pocos metros por la
carretera, dirección Castejón de Sos, y tomamos una senda hacia Urmella.
Precioso paraje y
frescor por toda esa zona. El barranco nos acompaña la mayor parte del recorrido.
También nos
sorprende la cantidad de manzanos que hay por el camino. No se han aprovechado
y el suelo está sembrado. Lástima. No tengo noción de fabricación o consumo de
sidra en esta zona, pero podrían hacerla, materia prima no les faltaría.
En estas disquisiciones estamos cuando
ya aparece Urmella.
Mis recuerdos de ese pueblo son muy vagos, con
casas viejas, carretera de tierra etc. Afortunadamente ha cambiado. Las
construcciones son, o bien nuevas, muy respetuosas con el entorno, o bien restauración de las antiguas.
Todo
“cuadra perfectamente”. Son dos barrios bien diferenciados,
siendo en el alto en donde se encuentra lo que, parece ser, se llama la ermitade San Justo y Pastor, y que en su tiempo fue monasterio. Desde luego esta
Provincia estaba petada de frailes.
Un comentario que es momento de
hacer. Es muy conveniente o bien llevar el track del GPS, o ser buen conocedor
de la zona. Las sendas están comidas por la maleza, en mucho lugares son
perdedoras. En otros atraviesan campos yermos con lo que eso lía, y aunque el
perderse no es una tragedia, tener que
desandar para tomar la dirección correcta, es una pesadez.
Entre paseos, vistas y paradas,
se ha hecho la hora de almorzar. En un buen murete de la parte alta del pueblo,
se está de maravilla. Desde luego buscando sombra ya que a “Lorenzo”, aún le
quedan ganas de apretar.
Para continuar hacia Arasan, he de recomendar nuevamente la
utilización del track del GPS.
La propia salida de Urmella es conflictiva. La
senda sale nada mas coger la pista de bajada a la carretera, muy disimulada, a
mano derecha.
Vamos combinando caminos viejos, sendas, cantos de campos y
un montón de complicaciones que, repito, si no es por la tecnología o porque
nos acompañe alguien que conozca la
zona, tendremos dificultades para llegar a destino.
De manera excepcional, este año, los arañones se observan bien gordos y
sabrosos. Y aunque hoy día los pacharanes industriales ofrecen una alta calidad
sigue habiendo mucha gente que prefiere adentrarse en el mundo de la
elaboración artesanal, con sus toques personales.
Más prados, sendas, caminos, alguna zarza que otra, y por
Fin Arasan.
Un pueblo antiguo con mucha piedra, y vertebrado a lo largo
de una sola calle.
Este lugar todavía alberga casas de agricultores y
ganaderos, conviviendo con “domingueros”, y haciendo que el conjunto resulte
agradable.
Ya solo nos queda bajar a Castejón de Sos. Se observa un
precioso y antiguo camino, protegido por un bosque, con mucha piedra suelta
pero de agradable transito.
Canturreando y disfrutando, vamos siguiendo el delicioso
camino, y de pronto llegamos a una carretera.
¿Qué ha pasado? ¿En dónde nos hemos perdido? Valoramos
seguir la carretera que, sin duda, desembocará en la que va de Castejón de Sos al Valle de Arán, o desandar
la senda, y encontrar algún desvío a
mano derecha, que sin duda se nos habrá pasado.
La desandada es importante pero, por fin, encontramos el
desvío que queda muy disimulado, parece
que la senda se hizo sin mucho talento. Si no se conoce, nunca se te ocurriría
ir por allí. Una vez más recomiendo el JIPIS.
Desde este punto, ya con seguridad y comodidad, bajamos a
Castejón de Sos, fin de la ruta.
Por supuesto he subido el track a Wikiloc (depurado de los errores) para que quien
quiera y no tenga guía en la zona, pueda aprovechar esta maravillosa excursión,
Salud y tol mundo pal monte!!!!
1 comentario:
Seguiremos tus instrucciones y este finde pal monte, que a lo mejor es el último de buen tiempo.
Maja ruta, si señor. A ver este invierno cómo está la cosa.
Salud, monte y pacharán!
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